
Luego de haber perdido de forma categórica en Brasil por 4 a 0 en la primera final de la Copa Conmebol del año 95 ante Atlético Mineiro, Central, una semana después tendría la posibilidad de intentar revertir aquel resultado en el Gigante de Arroyito. Algo que a priori parecía casi imposible
Fue una semana rara donde si bien se sabía que remontar cuatro goles no era nada fácil y que de hecho, no había pasado nunca en el mundo, ni mucho menos en una final de este tenor. Algo en el aire hacia creer y pensar que no era imposible, eso sí, para aquel día nadie olvidó sus cábalas, sus ritos y de desparramar la fe y esperanza entre sus familiares y amigos.
Por el lado de los jugadores, si bien habían sentido el duro golpe recibido en Minas Gerais, internamente, algo les decía que en que en la vuelta se podía revertir. Se daban confianza los unos a los otros y hacían promesas entre ellos.
Pero claro, además de todo eso obviamente había que preparar bien el partido desde lo futbolístico. Don "Ángel", sabía que si bien era una historia viva dentro del club de sus amores, de conseguir un Torneo Internacional sería el broche de oro para su extensa y exitosa carrera.
Aquel 19 de diciembre, el Canalla salió al campo con: Bonano; Ordoñez (85' Colusso), Carbonari, Lussenhoff y Graff; Coudet (68' Daniele), Palma, Pablo Sánchez y Gordillo (73' Pobersnik); Cardetti y Da Silva.
Por el lado del conjunto brasileño, estuvieron: Taffarel; Dinho, Ademir, Ronaldo y Paulo Roberto; Eder Lopes, Doriva, Carlos (45' Dedé) y Leandro; Renaldo (35' Gutemberg) y Ezio (46' Euller).
Aquella noche, más de 40.000 Canallas explotaron el Gigante de Arroyito, porque además de lo que podían hacer dentro del campo de juego los futbolistas, hacía falta mucho más que eso para dar vuelta la historia. La idea era hacerles sentir la presión, y hasta Taffarel, se sintió amedrentado aquella noche, el experimentado arquero que venía de salir campeón del mundo con Brasil el año anterior.
Si bien costó abrir la cuenta, a los 22 minutos Rubén Da Silva, comenzó a darle una cuota de esperanza a toda la ciudad. A los 39 Carbonari de tiro libre y un minuto más tarde, Cardetti, hacían ver y creer que lo que hasta hacía un par de horas era algo imposible, ahora era ya una posibilidad concreta.
En el segundo tiempo se sufrió mucho más de lo que se esperaba. Ya las piernas no rendían como antes, el desgaste había sido no solo para los "Galos" sino también para nuestros muchachos. Pero en ese bendito minuto final, casi como impulsado por las fuerzas de aquellas cábalas, promesas y rezos, el "Petaco" Carbonari se elevó para cabecear con dirección al palo derecho del experimentado arquero para hacer estallar el Gigante.
La primera parte estaba hecha. Ahora las cosas estaban igualadas y se definiría todo desde el punto del penal. El experimentado árbitro Internacional uruguayo Ernesto Filippi, le ponía el broche de oro a su carrera con esta Tremenda final. Comenzó pateando la visita y Doriva desvió su remate. Palma puso arriba a Central por primera vez en la serie y desde ese momento, nunca volvió a verse abajo.
Por Atlético Mineiro, Leandro erró su penal y luego convirtieron Ronaldo, Taffarel y Euler. Por el lado del conjunto Auriazul, además del "Negro" anotaron Carbonari y Pobersnik, Taffarel le detuvo el remate a Colusso y finalmente, fue el "Polillita" Da Silva, quien puso toda su experiencia, calidad y tranquilidad para ejecutar ese último penal con el que quedó sellada la historia.
Han pasado 25 años desde aquel 19 de diciembre de 1995 y aún así, Rosario Central es hasta la actualidad el único campeón Internacional que tiene la ciudad de Rosario. Muchos equipos pueden jugar una final Internacional, pero para ganarla hay que tener algo que no se compra y que no se negocia y Central lo tiene: Pasión, garra pero por sobre todas las cosas un hincha que está siempre, en las buenas, en las malas, en todas, era la única forma de lograr... La hazaña sin par...